Charla de Víctor Cortizo sobre el voluntariado JMJ

Claves y pistas para un voluntariado en las diócesis durante la JMJ

Charla de Víctor Cortizo

Comenzó con la frase célebre que resumió el espíritu con el que él junto con muchos otros jóvenes fueron voluntarios en la Jornada Mundial de la Juventud de Santiago del año 89: Como no sabían que era imposible, lo hicieron

Nos comentó, desde su experiencia, que los DED y la Vigilia del sábado al domingo, acompañados del Papa es lo que más impacta a los jóvenes en una JMJ, y que la experiencia que viven allí tiene luego sus frutos en las diócesis a las que pertenece cada uno. Si hay que destacar un mensaje con el que se quedan los jóvenes de distintos  países al ver el trabajo de los voluntarios sería el de la alegría y el servicio.

Por ello nos anima a plantearnos la JMJ en Zaragoza como un reto: que sea algo único para los demás. Que sean días de transformación.

A continuación desglosó cinco puntos o claves para el voluntario, aunque ciertamente los primeros puntos son válidos para cualquier participante en las jornadas, sea voluntario o no:

1.- ¿Qué es realmente para nosotros una JMJ?

Fundamentalmente es un momento evangelizador, y para ello, es necesaria una preparación tanto comunitaria como personal. Es un camino de peregrinación. Cada uno tendrá el suyo, jalonado de etapas que iremos siguiendo hasta que lleguen las Jornadas. Es a su vez una celebración “seria y festiva”. Cuanto más capaces seamos de tener momentos de oración intensos, más festiva será la celebración.

También es signo de comunión. Es un evento que desborda y contagia eclesialidad. Y los jóvenes tenemos para ello una especial facilidad. Contó una anécdota ocurrida en su grupo durante la celebración de la Vigilia en Tor Vergata (JMJ Roma, 2000). En un momento dado, el Papa Juan Pablo II invitó a todos los jóvenes a intercambiarse los Evangelios que cada uno había recibido en el “pack” de los participantes, como signo de compartir y regalar la Buena Noticia. La sorpresa fue que una vez finalizado el acto, se dieron cuenta de que ni uno sólo de los participantes en ese grupo (y era muy numeroso) había recibido el Evangelio de otro de su grupo o de otro español, sino cada uno de jóvenes de distintos países. ¿Cómo trasladar este signo de comunión a nuestro caso particular? Consiguiendo con nuestro trabajo que la JMJ sea de todos: acogiendo a todos los movimientos cuando quieran participar en la Jornada, también como voluntarios.

Ha de ser una verdadera oportunidad, un desafío. La Iglesia se renueva con cada JMJ. Los jóvenes no somos “clientes” de la Jornada, ¡somos protagonistas! Los responsables de la Jornada somos nosotros. Es novedad y renovación eclesial: ha generado millones de luces diarias, personas que vuelven con un mensaje para transmitir, historias personales de esperanza y de fuerza, etc.

2.- Un recorrido por una historia apasionante llena de luces

Conectando con el punto anterior, hizo un repaso por algunas Jornadas Mundiales, desde la primera Jornada internacional, en  Buenos Aires, 1987, hasta Roma en el año 2000.  Destacando en todo momento que las JMJ surgen como una respuesta que dan los jóvenes a la invitación que les hace el Papa en Roma en el año 85. En estas Jornadas el Papa se une a los jóvenes, participa con ellos. Comentó que la JMJ de Santiago del 89 marcó un modelo que aún sigue vigente. Le impactó la Jornada de Polonia de 1991, recién caído el Comunismo. Cómo los jóvenes de aquellos países del Este no conocían nada de la fe que para nosotros es tan cotidiana y “normal”. Eso les puso a prueba, ya que tuvieron que dar razones de la fe, testimoniarla, y nos anima a que nosotros hagamos lo mismo.

La Jornada de Roma fue la mayor de todas en cuanto a representación de distintos países, y marcó un antes y un después. Fue muy especial. Y Madrid tiene que recuperar ese espíritu. España tiene corazón, pasión. El tiempo, la organización… todo se verá. Lo importante es entregarse, poner pasión.

3.- Claves para un voluntariado diferente y auténtico.

  • Claves organizativas:

ü  No poner un límite numérico. Acoger a quien quiera participar. A veces hay cosas que logísticamente no son muy eficaces, pero tiene un gran fruto a nivel pastoral. Además, aunque el voluntariado sea eminentemente juvenil, abrirse a todos los que quieran colaborar, o a aquellos con los que necesariamente vamos a tener que colaborar (voluntariados civiles como Cruz Roja, Ayuntamiento, Protección Civil…) Pensar que cualquier pequeño testimonio de trabajo, servicio, sonrisa, amabilidad, es lo único que se van a llevar algunas personas que topen con la JMJ aunque no tuvieran pensado participar en ella.

ü  Sencillez. Tiene que haber un organigrama mínimo. Una organización existente, pero muy sencilla. Con capacidad de movilización y de improvisación.

  • Claves presenciales:

ü  Somos testimonio público. Somos testigos de Cristo, testigos de la acción de la Iglesia. La sonrisa, la serenidad, la compostura es nuestra manera de evangelizar como voluntarios. Para mucha gente, lo que le diga un voluntario es lo único que va a recibir en la Jornada.(Ciudadanos que se encuentran con calles cortadas, masificaciones, etc… y que quizá se estén enterando en ese momento de qué es una JMJ) Tener en cuenta que va a haber reacciones contrarias. Lo sabemos, sonreímos, y en paz.

  • Claves espirituales:

ü  Itinerario formativo previo.

ü  Lo más importante: el servicio. Nuestra misión es servir.

4.- Una experiencia única: VAS de 1989

Víctor pasó a contarnos con un poco más de detalle su experiencia en la organización del voluntariado de la JMJ de Santiago en el 89.

Para empezar, al equipo de voluntarios se le había incluido en la categoría de seguridad, y ellos se cambiaron el nombre por el de VAS: Voluntarios para la Animación y el Servicio.

Las claves que conformaron esa experiencia de voluntariado fueron:

ü  Eclesialidad y apertura a todos

ü  Protagonismo juvenil

ü  Espiritualidad. Todo giraba en torno a la Eucaristía. Se vivía por parte de los jóvenes como el momento más importante del día.

ü  Formación: Los temas logísticos eran perecisamente los menos importantes. La formación versaba sobre servicio, el Papa, Jesucristo, la Iglesia, la fe…

ü  Organización sencilla: cualquier voluntario valía para todo. Había responsables en cada acto para saber a quién había que dirigirse, pero nada más. Todos colaboraban en lo que hiciera falta.

El clima final fue de una gran alegría interior. Todos supieron estar a la altura, porque todos sabían lo que hacían: SERVIR. Por eso era secundario no ver al Papa en un acto, no comer, o estar cansados.

5.- Hacer de la JMJ en Zaragoza una experiencia inolvidable.

Y terminó como empezó, invitándonos a que la JMJ en Zaragoza sea una experiencia inolvidable para nosotros, para nuestra Iglesia Diocesana y para todos.

Nos recordó la petición del Papa a los jóvenes en Roma en el año 2000: que seamos elementos de transformación. Los jóvenes somos a la Iglesia lo que la Iglesia a la Humanidad: motor de cambio. Conectándolo con nuestra labor como voluntarios, destacó la importancia que tiene para nosotros, jóvenes, la labor social.  La Cruz tiene su sentido donde hay más sufrimiento.

Y deseó para nosotros un fruto interesante: que después de las Jornadas sigamos trabajando juntos. Que la experiencia enriquecedora del voluntariado nos permita  a seguir haciendo cosas juntos, sin dejar cada uno nuestros grupos, sin perder la pluralidad.

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